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viernes, 20 de enero de 2012

Historia: Toussain Louverture y J.J. Dessalines: Invasiones a Santo Domingo



Historia
Nos place presentar a los lectores dos importantes artículos del escritor dominicano José Alejandro Llenas Julia: "Invasión de Toussaint Louverture" e "Invasión de Dessalines"

José Alejandro Llenas Julia 

Nació en 14 de febrero del 1844 en Santiago, República Dominicana, y falleció 29 de mayo del 1902 en Gurabo, Santiago. Fue un munícipe excepcional.

Médico, investigador, arqueólogo, periodista y educador. En 1875 dirigió el periódico El Orden. Fue traductor de informes y documentos históricos importantes. En 1891 publica en París un estudio sobre un cráneo ciguayo, como parte de sus investigaciones etnológicas. Los dos artículos de él que Vetas reproduce en estas páginas son de una importancia extraordinaria para el estudio de las invasiones haitianas de 1801 y 1805. De él descienden dominicanos que en alguna posición llevan el apellido Llenas.

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Invasión de Toussaint Louverture
Por Alejandro Llenas

El general haitiano Toussaint Louverture, habiéndose hecho omnipotente en la colonia francesa, deseaba –para asegurar su autoridad- enseñorearse de la parte oriental de la isla, que a pesar de haber sido cedida a la República Francesa por el tratado de Basilea, (22 de junio 1795) seguía gobernada por autoridades españolas.

En 1800 el comisario francés Roume había delegado en Santo Domingo el general de brigada Antoine Chanlatte, y en Santiago el general Kerverseau, "con deseo (escribía Chanlatte) de conservar ese dominio a la Francia, pero con la resolución de no promover jamás la toma de posesión", que lo pondría en manos de Louverture. Para vencer tal obstáculo, Toussaint provocó de lejos, en el Haut-du-Cap, (a media legua del Guarico o Cap) un levantamiento de africanos, que pusieron a Roume en arresto; diez días más tarde acudió el astuto Gobernador simulando la mayor indignación, dio libertad al comisario, le declaró que el motín tenía por causa la venta de esclavos que todavía se practicaba en Santo Domingo, le insinuó que su resistencia ponía en peligro su vida, y así le decidió a ordenar la toma de posesión por un decreto que Roume firmó el 27 de Abril de 1800.

En consecuencia, el general francés Agé pasó a Santo Domingo con su estado mayor a tomar el mando. A esta noticia el pueblo dominicano se amotina, y acude con gritos de muerte. El gobernador español Joaquín García rehusa entregar el mando antes de recibir orden perentoria de Madrid. El cabildo se reúne, manifiesta a Agé el peligro de su presencia, y lo determina a retirarse bajo escolta de dragones españoles. De su parte Roume, libre de las obsesiones de Toussaint, anuló (el 16 de Junio) su decreto de abril, y el Gobernador haitiano tuvo que contentarse con oficiar al gobierno francés pidiéndole la autorización de efectuar la ocupación.

Así se mantuvo la cuestión durante 6 meses, hasta que por fin Toussaint, impaciente y sin más esperar órdenes, mandó confinar a Roume en "Dondon", (el 26 de noviembre de 1800) y preparó la invasión.

En diciembre el general Moisés pasó el río Dajabón (Massacre) con tres mil haitianos, y marchó sobre Santiago. De su lado Toussaint escribió a Joaquín García intimándole le entregase la colonia, (10 de diciembre) y como en ese momento abordara el Cap un buque, llevándole de parte del Gobierno francés prohibición de ocuparla, salió de prisa para que no le alcanzase tal orden, y se marchó a Mirebalais. Allí se puso a la cabeza de 4000 hombres, y se encaminó por Las Matas a San Juan.

El 6 de enero de 1801 Joaquín García se hallaba en misa en la catedral de Santo Domingo, cuando recibió el amenazador despacho de Toussaint. Al momento mandó tocar la generala y tirar alarma; envió expresos a todas partes con orden de rechazar la invasión, y le contestó a Toussaint que la aplazara hasta que vinieran instrucciones del Gobierno español. De su parte el general francés Chanlatte convocó en su casa como 100 franceses y unos pocos dominicanos en la "Fuerza", y los reunió al batallón de Cantabria; de éste acantonó algunas compañías a orillas del Nisao, y ordenó a las milicias del Cibao defendiesen los pasos de los ríos Guayubín y Amina.

Ya desde la víspera (5 de enero) había entrado Toussaint en San Juan con los regimientos 7º y 10º coloniales y con algunas compañías del 8º, mandadas por su hermano Paul Louverture. El 12 llegó a Azua, y prosiguió su marcha, tratando benévolamente a las poblaciones. Solo en Nisao tuvo que emplear la fuerza: Chanlatte y Kerverseau le disputaron el paso con 900 francodominicanos; pero asaltados por tropas muy superiores, y habiendo perdido 200 hombres, hubieron de retirarse.

Entre tanto Moisé había pasado el Guayubín, a pesar de la resistencia opuesta por Francisco Reyes con 100 dominicanos. Esta pequeña tropa se retiró a unirse en Mao con otros 300 hombres mandados por el captán Domingo Pérez, quien intentó detener al enemigo sin mejor éxito, y se replegó, dejando muerto al capitán Cayetano Rezón. El 11 de enero 1801, Moisé se presentó delante de Santiago, cuyo Gobernador, el teniente-coronel Pérez Guerra le entregó la población al día siguiente.

Después de pasado el Nisao, Toussaint despachó el ayudante general francés d'Héricourt a proponer al Gobernador español un convenio, que fue aceptado. Y el 27 de enero 1801 el Gobernador haitiano penetró en la antigua ciudad. Una salva saludó la bandera española, que se arriaba: desde varios años (desde 1795/ndv) atrás la bandera francesa tremolaba a su lado sobre la Fuerza. Joaquín García y el Cabildo recibieron a Toussaint y lo acompañaron a la Casa Consistorial, donde se le invitó a prestar juramento, y a la catedral para entonar el Te-Déum. Dicen que a la entrada de Toussaint, Joaquín García le presentó las llaves de la ciudad, depositadas sobre una mesa: "Señor Presidente, observó el haitiano, tenga U. la bondad de ponérmelas entre las manos; si no, parecerá que me las he cogido".

Posesionado del territorio dominicano, Toussaint confió la Provincia Ozama al general Paul Louverture, y la del Seybo al general Clervaux; puso el coronel J. Ph. Daut con el 10º Regimiento en Santo Domingo, el 6º en Santiago y el 1º en Samaná. Una proclama confirmó la emancipación de los pocos esclavos que existían. Los cabildos fueron reemplazados por municipalidad de un Alcalde (maire) cuatro miembros y un secretario.

El 22 de febrero Joaquín García, la Audiencia y el regimiento de Cantabria salieron para Santiago de Cuba. Los generales Chanlatte y Kerverseau se embarcaron para la Habana.

Después de haber inspeccionado las cercanías de la ciudad, Toussaint salió (28 de febrero) a visitar La Vega, Samaná y Santiago, y luego regresó a Santo Domingo.

En ese tiempo desembarcó en Puerto Plata el obispo francés Mauvielle: Toussaint envió el clero a recibirlo en La Vega, lo acogió en Santo Domingo con la mayor consideración, y le confió la Arquidiócesis, vacante por la dimisión del Ilmo. Fernando Portillo y Torres, que se había retirado a la Habana.

Después de haber regularizado la administración y atendido a las necesidades del país, reduciendo los derechos a 6%, y prohibiendo los plantíos de frutos no exportables, el nuevo Gobernador se retiró por Azua y San Juan, colmado de las bendiciones de los dominicanos, sensibles entonces a sus beneficios como más tarde lo fueron a las crueldades de Dessalines y a las pérfidas vejaciones de Boyer. Así se estableció en este territorio bajo la bandera francesa la dominación del "primero de los negros" como él mismo se apellidaba.

El 11 de marzo siguiente enviaron por diputados a la Asamblea Colonial de la capital, Santo Domingo a Juan Mancebo y Francisco Morilla, el Cibao a Carlos Rojas y Andrés Muñoz. Estos ciudadanos habían de tomar parte en la proclamación de la Constitución independiente que atrajo sobre la isla el furor del Primer Cónsul Napoleón Bonaparte y la expedición de 1802.

Tomado de "Invasiones haitianas de 1801, 1805 y 1822"; Emilio Rodríguez Demorizi. Editora del Caribe, C. Por A. Ciudad Trujillo, R. D., 1955, pp. 186-188.
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Invasión de Dessalines
Por Alejandro Llenas

Después de expulsos los franceses del territorio haitiano (1803) el general Ferrand, quien mandaba por ellos en Montecristi, se puso en marcha con algunas tropas, y llegando a Santo Domingo, hizo que el general Kerverseau le entregase el gobierno de la parte oriental, que permanecía fiel a la Francia. Luego se ocupó de protegerla contra los habitantes del Oeste, estableciendo cantones desde Hincha hasta Neyba, y fortificando los cerros de Puerto (entre San Juan y Azua). La causa haitiana contaba algunos adeptos en el Cibao; pero habiendo éstos enviado en diciembre de 1803 tres diputados al Cap, y habiéndoles exigido Dessalines por su apoyo una contribución de 100 mil pesos fuertes, el Cibao volvió a los franceses.

Poco después uno de los tres diputados, Campo Tavares, ganado por Dessalines, reunió algunos hombres de color, formó con ellos un batallón haitiano, que nombró del Yaque, y se apoderó de Santiago. Avisado el general francés Déveau, con 100 soldados europeos y refuerzos dominicanos acudió, sorprendió a Tavares, y le tomó el pueblo (14 de mayo de 1804). Pero fue por pocos días: el haitiano Toussaint Brave entró por Dajabón, y el 26 de mayo ocupó la población. Habiéndose retirado luego el general Brave con Tavares y el batallón Yaque. Déveau volvió a posesionarse de Santiago y en su inclinación empezó a pillar las cercanías. Esto fue causa de que los habitantes se levantaran, y habiéndole arrestado, lo remitieron a Santo Domingo, pidiendo otro Gobernador. Ferrand les envió un moreno de la Vega, Serapio Reynoso, que supo grangearse el aprecio de sus conciudadanos y merecer bien de la Francia.

Sin embargo, Dessalines, aclamado Emperador bajo el nombre de Jacques I, no renunciaba a extender su dominio sobre toda la isla, y el 8 de mayo de 1804 lanzó una proclama en que decía a los dominicanos: "Españoles, os doy 15 días para uniros bajo mis banderas". En enero de 1805, el general Ferrand (general francés/ndv) contestó permitiendo "a los habitantes de las fronteras del Ozama y del Cibao persiguieran a los rebeldes (haitianos), y sólo tomaran prisioneros los niños de 14 años abajo" (¿sólo dejar vivos a los niños?/ndv). Tal orden autorizaba el exterminio de la raza africana, y dio pretexto a Dessalines para preparar una formidable expedición.

El 16 de febrero de 1805, reunió en Petite-Riviere de l'Artibonite la división del general Gabart, de 5400 hombres, mandados por los brigadieres Cangé y Magny. El día siguiente, en Mirebalais juntó a esas fuerzas la división Pétion, de 7800 soldados bajo los generales de brigada Maglorie, Ambroise y J.B. Daut. De allí mandó a Las Matas, Hincha, San Juan y Neiba orden de someterse, y se puso en marcha.

El 19 recibió la rendición de Las Matas, donde entró el 23 a medio día. Dos días después (el 25) a las 3 de la tarde ocupó a San Juan, donde permaneció poco, y dejando allí una guarnición de 300 hombres, con Isaac Borel, salió el 26 para Azua. El 28, a 3 leguas al S. Del Yaque-Chico, en El Puerto, hubo de detenerse en frente de un reducto llamado Tumba de los Indios, ocupado por 800 franco-dominicanos bajo el comandante Viet. Atacados por vanguardia haitiana, los defensores resistieron con denuedo, pero por fin tuvieron que desbandarse, habiendo sido preso Viet. Dessalines lo hizo azotar a muerte con varas espinosas, y un zapador haitiano le devoró el corazón.

El 1º de marzo entró el Emperador en Azua, que halló desierta, y donde puso de Gobernador a Juan Jiménez. Al día siguiente llegó al río Ocoa, y encontrando en todas partes a los dominicanos antipáticos a sus miras, empezó a incendiar las haciendas. El 4 atravesó el pueblo de Baní desierto, y 2 días después llegó a sentar sus reales con su guardia de 2500 granaderos en Galindo, legua y media al Norte de Santo Domingo.

Mientras el ejército del Sur efectuaba tales movimientos, otro cuerpo penetraba en el territorio dominicano por el Norte. El general Christophe (que después fue rey con el nombre de Henry I) con 900 haitianos bajo los generales P. Romain, Toussaint Brave, Raphael y Lalondrie, habiendo salido del Cap el 18 de febrero, atravesó el Grande-Riviere el 19, pasó el 20 a Fort Liberté (Bayajá) y el 22 llegó a Sabana Larga. Al día siguiente pasó el río Guayubín, y tomando el camino de entre los ríos, vino a acamparse en los ranchos de Sabana Hospital. El 24 a medio día llegó al río Amina, y al otro día por la mañana al Yaque por la Otra-Banda.

El general Serapio Reynoso, Gobernador del Cibao por la Francia, ocupaba el fuerte del Oeste (después llamado fuerte de Dios) y las trincheras con 1500 franco-dominicanos y un cañón de a 12. Cristóbal mandó a un tal Pedro... del batallón haitiano Yaque a intimar a Reynoso orden de rendirse; éste rehusó con gestos insultantes. Al momento 2000 haitianos se arrojan al río, y protegidos por el tiroteo de las demás tropas, logran atravesarlo; y traban el combate en la sabana.

Larga y reñida fue la lucha; el choque de la caballería enemiga determinó la derrota de los defensores. Serapio Reynoso y el general N. Polanco y muchos compañeros perecieron con las armas en la mano. A las 9 de la mañana, Cristóbal, que había tenido 60 heridos y 300 muertos, entró en este pueblo, que iba a anegar en sangre.

Acto continuo, los heridos Franco-dominicanos fueron pasados a filo de espada en las calles.

El 26 de febrero los notables Francisco Raimundo Campo, Francisco Escoto, José de Rojas, José Núñez, Juan Curiel, Juan Núñez, N. Delmonte, Norberto Alvarez, Antonio Rodríguez y Blas Almonte fueron ahorcados en los portales del Cabildo, (frente Oeste de la plaza de armas); una porción de personas asiladas en la iglesia, pasadas por las bayonetas; otro gran número de ciudadanos, entre ellos el presbítero Pablo Alvarez puestos en la cárcel.

Al otro día dejando al Coronel Campo Tavárez de Gobernador haitiano del Cibao y al capitán Joubert de comandante de armas de Santiago, Cristóbal adelantó hasta Puñal; el 28 encontró La Vega desierta, y el 1ro. de marzo llegó al Yuna. El 2 recibió por manos del cura la sumisión de Cotuí; el 4 alcanzó Arroyo Bermejo; y el 7 al medio día se encontró al lado de Dessalines.

Desde el día 5 de marzo había intimado el Emperador su rendición a la plaza. Ferrand por contestación puso fuego al pueblo de San Carlos, que podía proteger a los haitianos, y concentró la defensa al recinto de las murallas. La guarnición de la ciudad contaba 35000 franceses, y de los 12 mil habitantes se había sacado una milicia de 1300 hombres mandados por los mulatos franceses Savary y Repussart. Los fuertes estaban guarnecidos con numerosa artillería. El 8 de marzo Dessalines visitó las posiciones, que los cañones enemigos empezaban a molestar: la división Gabart ocupaba los cerros desde el Ozama hasta San Carlos, la brigada J.B. Daut el Este, Cangé el centro, y Magny el Oeste cerca de la iglesia del Pueblo (de San Carlos/ndv); Pétion tenía atrincherada su división desde San Carlos hasta al mar.

Ferrand –para prevenir la escasez de víveres- hizo embarcar todas las personas inútiles; pero dos buques ingleses, que bloqueaban el puerto, les impedía la salida, y como renovasen su tentativa, las tomaron prisioneras.

El 9 una tropa de mil franceses salió por la puerta del Conde a despejar el camino de Santa Cruz, y Magny la obligó a retirarse.

El 11 a las 8 de la mañana nueva tentativa de Ferrand con 3 columnas, sus cazadores toman la iglesia de San Carlos, y ponen a Magny en peligro; Pétion le manda refuerzo, que logra rechazar a los franceses.

Al día siguiente, el general Geffrard llegó de Haití con 6000 haitianos, y Cristóbal –después de pasado el Ozama a 8 leguas al Norte de Santo Domingo- vino a acantonar sus tropas en Pajarito: así quedó la ciudad (de Santo Domingo/ndv) completamente cercada. Pero Dessalines seguía desprovisto de artillería, y solo con el tiroteo de su infantería podía contestar al fuego de los fuertes.

Hasta el 23 continuaron los haitianos fortificando y aproximando sus líneas, y ese día ya estaban a medio tiro del fuerte de Santa Bárbara, (al Norte) tanto que Ferrand tuvo que subir piezas sobre la iglesia de San Francisco para poder dominarlos con sus fuegos.

Los víveres escaseaban, y como mayor falta aún hacía la leña, el general Barquier salió por el Este (el 25) para cortar los mangles del Ozama; pero su operación quedó frustrada.

Ya la ciudad estaba reducida a la extremidad; ya Dessalines se disponía a coronar el sitio con un asalto general; ya el general haitiano Papalier acababa de llegar en el Venguer con artillería necesaria... cuando el 26, dos buques franceses aparecieron en alta mar, e hicieron señales que reanimaron a los sitiados.

Efectivamente, el 27 día fijado para el asalto, los buques ingleses se alejaron, dejando libre la rada a una armada francesa de 3 fragatas, 3 corbetas y otras pequeñas embarcaciones. En la tarde, para aprovechar el entusiasmo de sus tropas, Ferrand hizo una salida general, que solo pudo rechazar la caballería haitiana.

Al otro día (21 de marzo), el contra almirante francés Missiessy puso en tierra un refuerzo de 500 hombres con el general Lagrange, y dio a la vela hacia el Oeste. Viendo la dirección de esa armada, y temiendo un ataque sobre Haití, Dessalines se determinó a levantar el sitio. En la tarde su cabellería reunió los habitantes de la comarca de Santo Domingo, y los encaminó para la frontera. El Emperador tomó el mismo camino a las 7, y en la noche llegó a Baní. De las 8 a las 11 todo su ejército abandonó las trincheras en el mayor silencio, y se puso en marcha: Gabart, Pétion y Geffrard por Baní, Cristóbal por el Norte. Así se terminó el sitio de Santo Domingo.

Los dos ejércitos haitianos fueron señalando su paso con el incendio de las poblaciones y el rapto de los habitantes. Pero Cristóbal sobresalió por su ferocidad en esa obra de destrucción. Por su orden, Monte Plata, San Pedro y el Cotuí fueron reducidas a cenizas, y sus pobladores degollados o llevados cautivos.

Por su orden, el comandante Col Antoine arrastró 900 veganos a Santiago, el coronel Jean Jacques Bazile puso fuego a Moca, Campo Tavérez y Piere Poux pillaron y quemaron Puerto Plata, el comandante Brossard, a Macorís; el capitán Habilhomme a Montecristi, el comandante Rois a La Isabela.

El 6 de abril Cristóbal reunió todas sus tropas en Santiago; degolló en el cementerio los prisioneros varones, entre los cuales se hallaban el Presbítero Vásquez y 20 sacerdotes más, puso fuego al pueblo y a sus 5 iglesias, y salió, llevándose como un rebaño 249 mujeres, 430 niñas y 318 niños.

En su marcha destruyó a Amina, mandó al coronel Etienne Albert a imponer la misma suerte a Bánica, y entró al Guarico cubierto de crímenes.

En mayo de ese mismo año el comandante Agustín Franco de Medina, escapado de la batalla de Santiago y del sitio de Santo Domingo, volvió al Cibao, y rechazó todas las rondas haitianas; estableció un cantón en Villalobo bajo Francisco Estévez, y otro en Las Matas bajo el capitán Rojas, y en sus incursiones recogió gran parte de los prisioneros dominicanos.

Tal fue la expedición de Dessalines, que llevó al colmo el odio dominicano contra la dominación haitiana, y sembró en nuestros ánimos el terror que solo pudo arrancárseles por el entusiasmo de la Independencia en 1844.

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